Afectación emocional y confinamiento
- Milena Jara
- 27 ene 2021
- 6 Min. de lectura
El confinamiento en el hogar es una situación sin precedentes en el Perú, y es previsible que tenga un importante impacto en el bienestar físico y psicológico; la paralización de la actividad económica, el cierre de centros educativos y el confinamiento de toda la población durante meses ha supuesto una situación extraordinaria y con múltiples estímulos generadores de estrés que podríamos volver a experimentar volviendo al confinamiento una vez más.
Importante: La interrupción de hábitos durante el confinamiento y la instauración de otros poco saludables (p.ej. malos hábitos alimenticios, patrones de sueño irregulares, sedentarismo y mayor uso de las pantallas) pueden derivar en problemas físicos.
Las condiciones que acompañan a una pandemia incluyen distintas fuentes de estrés para las personas. Los estudios sobre situaciones de estrés y emergencias permiten resumir las principales variables implicadas en el impacto psicológico como las siguientes: el miedo a la infección por virus y enfermedades, la manifestación de sentimientos de frustración y aburrimiento, no poder cubrir las necesidades básicas y no disponer de información y pautas de actuación claras o la presencia de problemas de salud mental previos o problemas económicos. También el estigma y rechazo social en el caso de personas infectadas o expuestas a la enfermedad puede ser un desencadenante de una peor adaptación.
El miedo al contagio, o incluso síntomas del trastorno obsesivo-compulsivo, podrían ponerse de manifiesto en personas que han recibido un exceso de información sobre la COVID-19 o información no adecuada a su edad así como en aquéllos que las rutinas de higiene para evitar el contagio han conseguido reducir su ansiedad y miedo a la enfermedad.
Podemos esperar dos tipos de situaciones de afectación psicológica que pueden darse durante y tras el confinamiento (Espada et al., 2020):
a) Aquellas que se pueden considerar afectaciones específicas por estar causadas por uno o varios estímulos relacionados con el contexto de la COVID-19. Por ejemplo, casos de personas con alteraciones emocionales o conductuales afectados por un elevado estrés familiar. Nos referimos a situaciones donde la familia ha sufrido de forma significativa por cuestiones económicas, sociales o de salud, incluyendo la existencia de casos cercanos de contagio, hospitalización y duelo por el fallecimiento de personas cercanas.
b) Afectaciones de tipo inespecífico, en las que no es posible identificar un estímulo desencadenante particular, más que el conjunto de cambios contextuales derivados de la pandemia y del confinamiento. Pueden estar relacionadas con preocupación de intensidad diversa y moderada sobre la salud, con el miedo al contagio propio o de familiares, miedo o pesimismo respecto al futuro, sensación de vulnerabilidad alta, malestar ante la incertidumbre, etc.

El malestar psicológico ha aumentado en todos los grupos considerados. Si se atiende a la dimensión de ansiedad/miedo, destacan particularmente tres ítems en los que el incremento de la proporción de personas que han empeorado es realmente muy elevado: incertidumbre, la preocupación por padecer o contraer una enfermedad grave (COVID-19 u otras), y la preocupación por perder seres queridos. Ello supone considerar dichos ítems como muy sensibles y específicos de la situación de estrés ocasionada por el confinamiento y la pandemia.
En general, los sentimientos de confianza y optimismo disminuyeron, siendo esta disminución mayor en mujeres, en las personas en las que ha empeorado la situación laboral y en los que han tenido sintomatología o diagnóstico de la COVID-19. Pero no apareció una relación clara con la edad. En los sentimientos de vitalidad y energía se observa también un empeoramiento para todas las personas, pero mayor en mujeres, conforme disminuye la edad, en los que tienen síntomas con o sin diagnóstico por COVID-19, en función de la (peor) situación laboral, y en zonas más afectadas por la pandemia.
Respecto a las variables de los síntomas depresivos, los sentimientos pesimistas o de desesperanza, y soledad presentan un cambio porcentual a tener en cuenta con un aumento de los mismos. Esta tendencia de cambio es mayor cuando consideramos a aquellas personas que tienen síntomas o han sido diagnosticados de la COVID-19, para aquellos que están pasando el confinamiento solos y conforme disminuye la edad, el nivel socioeconómico y la estabilidad laboral.
En general, se ha observado un aumento de los sentimientos de irritabilidad y enfado, siendo este aumento ligeramente mayor en los grupos de menor edad, en las mujeres y en quienes tienen síntomas o diagnóstico de COVID-19. Ansiedad, depresión e ira son componentes fundamentales de la dimensión de estabilidad emocional, y cuando se pregunta por los cambios de humor, en general, la conclusión va en la misma dirección: una gran proporción de casos experimenta un empeoramiento. El incremento en los cambios de humor ocurre más en mujeres, y conforme disminuye la edad, aumenta el nivel socioeconómico y más entre quienes no tienen un perfil de riesgo y los que han tenido síntomas con o sin recibir un diagnóstico.

Respecto de los síntomas físicos que suelen acompañar, en mayor o menor medida, a las emociones señaladas (ansiedad, depresión, ira), y también respecto de nuevos diagnósticos de enfermedad física o agravamiento de la sintomatología de las ya existentes, han presentado un mayor empeoramiento las mujeres, conforme disminuye la edad, y en las personas que viven solas. En relación a los problemas de salud física asociados al diagnóstico de una enfermedad física o agravamiento de una ya existente se aprecia que se sufrieron empeoramientos con carácter general, siendo mayor en las mujeres y en quienes viven solos y, ligeramente, en función de la estabilidad laboral.
En cuanto a hábitos y conductas de consumo se ha encontrado durante el confinamiento un aumento del uso de redes sociales y de mayor tiempo viendo la TV, un incremento del uso de videojuegos en los más jóvenes, así como un mayor consumo de alimentos hipercalóricos y un mayor porcentaje de encuestados que han disminuido la realización de ejercicio físico frente a aquellos que han aumentado el mismo a pesar del confinamiento. El consumo de bebidas alcohólicas, tabaco o medicamentos también ha sufrido cambio en aquellos que informaron consumirlos.
Recomendaciones generales en situación de confinamiento:
• Manejo de la información: Es importante que las personas entiendan lo que está pasando de los perfiles personales, esta necesidad puede ser más o menos imperiosa.

En este sentido, es bueno mantenerse informado, pero evitando la sobreexposición a la información en los casos en que la persona compruebe que le altera emocionalmente (preocupación, ansiedad, irritabilidad, desesperanza...), de modo que tales reacciones emocionales superen sus recursos de afrontamiento.
• Aceptación: Entender que las reacciones emocionales (ansiedad, preocupación, desesperanza, incertidumbre, irritabilidad etc.) entran dentro de lo esperable en una situación de pandemia y confinamiento, y que en general son transitorias. Solo si son demasiado intensas, perduran demasiados días, o interfieren con el funcionamiento diario a nivel laboral, familiar, en relaciones de amistad, etc., se tornan desadaptativas y quizá requieran de ayuda de profesionales sanitarios.
• Recibir apoyo social: Mantenerse en contacto con las personas queridas y de confianza, de las que se recibe apoyo (familiares, amigos, etc.) o compañía es una de las mejores estrategias para afrontar una situación de confinamiento como esta. Mejor si, para ello, se utilizan medios que permiten una comunicación cara a cara (videollamada).
• Dar apoyo social: A su vez, puede resultar de interés brindar apoyo a otras personas que lo necesitan (por ejemplo, personas mayores y/o solas), ya que puede ser tan beneficioso para uno mismo como para la persona que recibe la ayuda. Finalmente, participar, de algún modo, en actividades comunitarias (vivienda, vecindario, comunidad) puede constituir, en algunas personas, una forma de aliviar el asilamiento: conversaciones desde ventanas, aplausos, música, etc.
• Rutinas: Mantener rutinas en la medida de lo posible y establecer otras nuevas: horarios (para levantarse de la cama, para acostarse, horarios de comida, para trabajar, para el ocio, etc.) puede ayudar a la regulación emocional y la protección de la salud manteniendo hábitos de consumo y conductas saludables.

• Activación. Mantenerse activo mentalmente (con trabajo, lectura, música, actividades de ocio, etc.) y físicamente (mediante algún tipo de ejercicio físico o baile) constituyen unas excelentes estrategias para regular las emociones y el cuerpo.
• Desactivación: A muchas personas les resultan útiles las estrategias de desactivación (relajación, mindfulness, etc.), que pueden complementar a las estrategias de activación.
• Compensación. Se puede utilizar este tiempo para cumplir deseos pendientes: profundizar en la convivencia con la familia, leer un libro o ver una película pendientes, dedicar más tiempo a otras aficiones, etc.
• Comida y bebida: Procurar comer sano y equilibrado y no aumentar la ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas o azúcares refinados, así como tampoco el alcohol, la cafeína, etc.
Cuida de ti y así estarás cuidando de los demás, hay maneras de afrontar y lo podemos lograr.
Psicoterapeuta Milena Jara.
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